Adviento 2021
En la tradición ortodoxa, el nacimiento de Jesús está vinculado a su muerte y a la ubicación que tiene en la tumba. Así mismo, hay una inclusión que marca el comienzo y el final de la vida terrenal de Jesús. En este icono, por ejemplo, el pesebre en el que está colocado el niño Jesús, se asemeja a un ataúd, lo que hace entender que, el nacimiento adquiere pleno sentido cuando se mira desde la perspectiva de la muerte, y viceversa.
La muerte deja de
ser absurda cuando se ve como el cumplimiento de las promesas y el propósito
del nacimiento. Además, el pesebre
aparece detrás de la mano de San José, como si lo sostuviera y se lo ofreciera
a Jesús y María. San José aparece como constructor y donante del pesebre. Así,
San José participa de manera muy especial, en los misterios del nacimiento y
muerte de Jesús.
Otro elemento
importante, es que, tanto en el Evangelio de Lucas, como en este ícono, el
pesebre está en el centro de las composiciones literarias y pictóricas,
respectivamente. El término español "pesebre" se traduce de la
palabra en griego fa'tne (de pateomai, "comer"), y que
a su vez, proviene del latín praesaepe, compuesto de prae, “al
frente”, y saepes, “cerrado, recinto” (cf. “seto”). Indica un lugar
cerrado para guardar los animales, y también puede representar, el contenedor
que se usa para alimentarlos.
Por tanto, Jesús, al
nacer, fue colocado en el contenedor de los alimentos de los animales. Se
convierte en alimento para los hombres, es en el Evangelio de Lucas, donde se
refleja la predicción de que, la muerte de Jesús, serviría para alimentar a los
hombres. El nacimiento de Jesús se vuelve, por tanto, en un escenario
eucarístico: el que da sentido al hambre y la sed humana, que se aparece en el
mundo. Es hambre y sed de sentido, de propósito, de verdad, de don, y de Dios,
las cuales solo Jesús es capaz de saciar.
Aquí tenemos una mesa puesta, la comida es el
mismo Cristo, y al mismo tiempo, esta mesa nos recuerda su muerte. En la
composición visual, de hecho, la cueva del nacimiento también se convierte en
la tumba donde será enterrado Jesús. El nacimiento y la muerte se encuentran, y
el punto de contacto lo da el don eucarístico de Cristo y la comida del hombre,
el banquete de bodas preparado por Dios.
Cristo es alimento
precisamente porque es el Resucitado. No podría alimentarnos si permaneciera
encerrado, dentro de los confines del nacimiento y la muerte. El pesebre indica
tanto la muerte como el don de sí mismo como alimento, por parte de Jesús,
precisamente porque se refiere a un acontecimiento que va más allá de la
existencia terrenal de Jesús. Lo que trae a colación, una maravillosa paradoja:
si bien el pesebre evoca simultáneamente, el nacimiento y la muerte, y el
significado profundo de ambos, puede hacerlo precisamente porque la perspectiva
de todo, es extra mundana, en la representación de la resurrección.
La referencia a la
resurrección también viene dada por el hecho de que el niño Jesús está envuelto
en pañales (tanto en Lucas, como en el ícono). Los vendajes / envolturas del
recién nacido, son los mismos que envolverán el cadáver de Jesús. Indican tanto
protección, acogida y cuidado, pero también, un estado temporal, destinado a
ser superado. Las vendas usadas para cubrir al recién nacido, se utilizan para
prepararlo para la vida fuera del útero materno. Así también, las vendas que
envuelven a Jesús al bajarlo de la cruz, introducen el motivo de la
Resurrección.
En conclusión, hemos
visto que la visualización pictórica del texto del nacimiento de Jesús en el
Evangelio de Lucas, destaca una conexión profunda y misteriosa (por explorar)
entre el nacimiento, la muerte y la resurrección del Salvador, a través de los
símbolos del pesebre y de las bandas que lo cubrieron. En el corazón de esta
conexión, está el tema de la comida, “La Natividad” es un escenario
eucarístico, por tanto, Jesús, es el alimento del hombre.